DOMINGO 15 DE DICIEMBRE DE 2019.- NOS REUNIMOS PARA CELEBRAR LA EUCARISTÍA Y ORAR AL SEÑOR, POR NUESTRO QUERIDO HERMANO PEDRO
La ceremonia fue realizada por nuestro Párroco D. José Antonio Todolí, acompañado de los seminaristas José María y Jerónimo y los servidores del altar; mientras Don Ramón atendía el confesionario.
Como siempre el inicio de la Misa fue orientado por los cantos del coro en este caso “Preparar el camino al Señor” que para quienes traíamos en la cabeza las palabras del Párroco en la convocatoria de “orar por Pedro” fue fácil situarnos en el acto.
A Pedro lo despedimos ahora hace un mes, con el corazón encogido por la noticia y con lágrimas en los ojos. Representaba muchas cosas para los de dentro y fuera de la Comunidad Parroquial
Nos indicaba el celebrante que elevásemos una plegaria por su eterno descanso y que agradeciésemos su trabajo durante tantos años para esta Comunidad, la nuestra. Sin embargo nosotros lo veíamos tan cerca de Dios en el cielo, que parece que nos facilitaba ese paso de este a ese mundo.
El Celebrante nos invita a vivir este tercer domingo de Adviento con alegría aunque con lágrimas por su ausencia, recordando siempre la esperanza y la alegría con que el vivió y su postura positiva ante cualquier eventualidad del signo que fuese.
Monición del celebrante:
Las lecturas nos invitan a vivir con alegría y agradecimiento este misterio de la venida de Jesús que estamos preparando; en la fotografía que hay en un trípode en el altar con la imagen de Pedro sonriendo, parece que nos pregunte ¿Cómo lo hacemos?
El encender los tres cirios representativos de los domingos de Adviento y los cantos del coro una vez más, nos hablan de la Navidad, pero también de la esperanza, en encontrarnos con Jesús, pero con un ángel nuevo a su lado con cara de Pedro.
Las oraciones de la Misa nos hacen sentirnos también más cerca de Dios, cuando decimos en la oración “Oh Dios que contemplas como tu pueblo espera con fidelidad las fiestas del nacimiento del Señor, concédenos llegar a la alegría de tan grande acontecimiento de salvación y celebrar con júbilo desbordante con nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo….”
Las lecturas de Isaías 35 1-6a.10, el salmo 145, 7-10, la carta de Santiago 5, 7-10 y el Evangelio de Mateo 11,2-11, las podéis oír en los audios, así como la homilía completa que no incluimos aquí, por cuestión de espacio, pero que son muy ilustradoras, de cómo era y de cómo vivía el Evangelio, nuestro amigo Pedro, desde el Evangelio, y que se puede descargar entera o bien oírla directamente.
Lecturas y Evangelio:
Ojalá todos tuviésemos las cosas tan claras sobre cómo debe ser un cristiano y como predicar el Evangelio. Como las tenía Pedro. Para verlo a él solo hay que ver sus obras, en todos los entornos en que se movía. Nos recuerda nuestro Párroco lo de obras son amores y no buenas razones
En los distintos momentos de la Misa el celebrante nos recuerda los días vividos con Pedro, sus ideales, con los niños, los monitores, confirmación. Él intentaba que a nadie le faltase la fe en Dios Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, que nos muestra ese amor de Dios
El Sacerdote nos invita después de la consagración a recordar nuestra relación con Pedro y las cosas buenas que todos le tenemos que agradecer y ofrecérselas al Señor, para que lo acoja con amor en el Hogar del Cielo
El coro canta muy oportunamente preguntando al Señor “Donde estás” Y se contesta en la ciudad, en el mar y cantamos, pensando en nuestro amigo “El Padre Nuestro” y el “Pon tu mano en la mano de aquel que te da la mano”
Liturgia Eucarística:
En la despedida, se nos recuerda, todo lo que se nos ha comentado en la Homilía, añadiendo el lema que Pedro siempre defendió “Que todos sean uno, para que así el mundo crea”. La unidad es difícil de conseguir, hay que poner mucho de nuestra parte.
Bendición, avisos y despedida:
Pedro Pérez padre, nos dirigió unas palabras, que una vez más fueron un testimonio de fe y de esperanza cristiana, en las que comentaba que su entereza se basaba en la oración de ellos y de todas las partes del mundo, donde son conocidos y lo arropados y queridos que se sienten por todos.
La comunidad despidió la Eucaristía con una cerrada ovación.