Cuando las ceremonias tenían excesivo peso en la liturgia, existía el maestro de ceremonias, encargado de que todo absolutamente se hiciera conforme a lo estrictamente ordenado por las rúbricas.

Hoy, que la importancia de las ceremonias y las rúbricas ha cedido su lugar a la participación activa y comunitaria, existe el animador, encargado de que, todos los que constituyen la asamblea 1itúrgica, tomen parte en la celebración como verdaderos protagonistas.

La tarea del animador es animar a la asamblea.

La animación litúrgica consiste en ayudar a la asamblea a tener una experiencia de encuentro con Cristo presente en la liturgia, y es exigida por el carácter catequético-pedagógico que, por naturaleza, posee la liturgia

Esta cualidad catequético-pedagógica convierte a la animación litúrgica en tarea adecuada para el catequista.

El fin que se propone la animación litúrgica es construir la asamblea: que el grupo de creyentes reunidos tome conciencia de su identidad y, pase a ser asamblea celebrante, sujeto protagonista de la celebración, comunidad eclesial.

El ámbito en el que se desarrolla la animación litúrgica es la celebración: ha habido un antes y habrá un después ciertamente; pero es, en el momento celebrativo, en el que se precisa el arte de la animación…

El medio del que se sirve la animación litúrgica es la participación: exigencia de la naturaleza de la liturgia y ejercicio del sacerdocio común de los creyentes; sin ella la animación litúrgica queda reducida a sus aspectos meramente exteriores.

La animación litúrgica sirve concretamente para:

  • Ayudar a percibir la presencia de Jesús resucitado:
    • Su presencia real en el signo del pan y el vino.
    • Su presencia personal en el signo de la persona que preside.
    • Su presencia dinámica en los otros signos sacramenta1es.
    • Su presencia personal en los reunidos “en su nombre”.
    • La presencia de uno que habla e interpela en el signo de su palabra.
  • Ayudar a vivir la celebración como una verdadera fiesta que, además y precisamente, incida en la propia realidad de los celebrantes.
  • Ayudar a dar1e expresividad y autenticidad a los signos:
    • Procurando que se hagan bien.
    • Haciendo comprender y respetar el lenguaje simbólico.
    • Estimulando a la conversión y el compromiso.

El equipo de animación litúrgica

En realidad, el trabajo de la animación litúrgica no puede recaer exclusivamente sobre los hombros de una sola persona, por muy capaz que ésta sea: es responsabilidad y misión del equipo de animación litúrgica. Todo grupo de creyentes debe tener su propio equipo.

¿Quiénes forman el equipo de animación litúrgica? Ante todo, el animador o monitor, que actúa como responsable. Después, el encargado de la música, cuyo rol es particularmente importante y necesario. El presidente de la celebración o el presbitero de la comunidad, la presencia del cual en el equipo garantizará la unidad de criterios y evitará que, en el momento de la celebración, existan dos líneas yuxtapuestas o paralelas. Finalmente, los lectores y los acólitos. En donde sea preciso, se podrán añadir al grupo otros catequistas o animadores.

¿Qué funciones posee el equipo? El equipo litúrgico se constituye con los siguientes objetivos:

  • Animación y revisión de todas las celebraciones (mediante talleres de celebración, elaboración de textos, etc.)
  • Formación permanente de sus miembros (mediante cursillos, semanas, biblioteca…etc)
  • Preparación y especialización de lectores y acólitos (escuela de lectores…)
  • Sensibilización de los miembros por una liturgia juvenil y popular.
  • Educación 1itúrgica de la asamblea o grupo (campañas en los tiempos 1itúrgicos fuertes del año litúrgico, catequesis de los sacramentos…etc)

¿Cómo se prepara una celebración?

Principios generales que han de presidir la preparación:

  • Principio fundamental de la participación activa.
  • Naturaleza comunitaria de toda acción litúrgica.
  • Principio de la adaptación a cada asamblea.
  • Naturaleza didáctica y pastoral de la celebración litúrgica.

Criterios prácticos:

  • Tener presente las características de la asamblea concreta.
  • Distinguir el tipo de celebración: eucaristía, sacramentos, oración, ocasionales…
  • Preparar siempre a la asamblea antes de la celebración.
  • Distinguir los roles y las responsabilidades.

Estructura y elementos de la celebración:

  • Ritos iniciales: tienen como finalidad la constitución de la asamblea y la preparación de los hermanos a la celebración. Es preciso dar espacio y ocasión para lograrlo efectivamente: acogida, acomodar y disponer convenientemente a las personas, crear clima necesario…Genera1mente los ritos iniciales se componen de: canto de convocación (debe tener este carácter preciso), saludo (lo hace el presidente: fraterno y humano), oración colecta (da la tonalidad o tónica de la ce1ebración).
  • Celebración de la Palabra: se compone de lecturas (AT y NT), cantos, homilía o comentario y oración común. Es importantísimo elegir bien las lecturas y trabajarlas en equipo, para descubrir los temas bíblicos y las líneas de fuerza. El lenguaje y las intenciones de la oración común debe ser especialmente adaptado a cada asamblea; no sirven, casi nunca, los formu1arios oficiales. Los cantos están para favorecer la meditación e interiorización de la Palabra. Escójanse cuidadosamente y dése valor a la figura del solista en el salmo responsorial. Entre cada lectura, conviene colocar un conveniente tiempo de silencio.
  • Liturgia sacramental: es la parte más delicada. La participación se fomentará, si los creyentes son convenientemente instruidos e introducidos en el conocimiento de los signos y de los textos.
  • Ritos conclusivos: resaltan la conexión de la celebración con la vida de cada día. Conviene sugerir a la asamblea un compromiso, una meta común a realizar. A veces se puede concluir con un refresco o unas pastas…Se compone de: saludo, bendición y despedida.

¿Qué hay que preparar en concreto?

  • El esquema general de la celebración (como el guión)
  • Los textos de la celebración: bíblicos, y oracionales (componerlos, adaptarlos…)
  • La homilía: aunque pertenece al presidente, en ocasiones ,éste no la prepara solo. A veces, puede ayudar el catequista (misas de niños). Otras, se puede tener en su lugar un comentario hecho por todos.
  • Los cantos: es preciso ensayarlos. Juegan un papel esencial. Hay que elegirlos con un criterio sano y crítico, sin ceder a la moda ni a la comodidad.
  • Las moniciones: deben ser breves e incisivas, más existenciales que intelectuales, discretas.
  • Local de la celebración: limpieza, adorno, dignidad de las vestiduras, belleza del conjunto, sitio adecuado para proclamar la Palabra y para la presidencia, sencillez festiva en la decoración y el adorno, disposición de los asientos que favorezca la participación…etc
  • Los gestos y los signos: un gesto bien hecho dice más que mil palabras; no se pueden dejar a la improvisación, ni arriesgarse a que sean ridiculizados.
  • Subsidios: folleto de cantos, libreto con los textos, buena instalación de amplificación de sonido…etc

Nuestro grupo de Animación Litúrgica Parroquial

Nuestra Parroquia cuenta con un grupo de Animación Litúrgica. Si estás interesado en participar en él, pasa e infórmate en la Sacristía.