El día 19 de septiembre de 2020 tuvo lugar en la Catedral de València la ordenación de diez nuevos diáconos, entre los que se encontraba nuestro feligrés José María Saorín Serna. Nos habría gustado poder acudir sin problemas al acto como era normal hasta hace no mucho tiempo, pero este es el año en el que estamos y se limitó el número de asistentes. Sirva este escrito para dar a conocer, al menos en parte, en qué consistió.

Tras las lecturas de la misa se invita a los postulantes a acercarse. Se les nombra y responden “presente”. Un sacerdote indica que la Santa Madre Iglesia pide la ordenación de esos hermanos al obispo (en este caso, nuestro Arzobispo-Cardenal Antonio), quien pregunta: “¿Sabes si son dignos?”. Ante la respuesta afirmativa, se procede a su elección para el Orden de los diáconos.

Después de la homilía, los elegidos manifiestan su voluntad de acceder al Ministerio. Realizan diferentes promesas: consagrarse al servicio de la Iglesia; desempeñar el ministerio de diáconos; observar el celibato (téngase en cuenta que en esta ordenación los diáconos son temporales, y se espera que posteriormente sean presbíteros; existen diáconos permanentes que pueden abrazar el matrimonio); celebrar la Liturgia de las Horas… Cada elegido se acerca al obispo, se arrodilla ante él, pone sus manos juntas entre las del obispo y le promete obediencia a él y a sus sucesores. El obispo dice: “Dios, que comenzó en ti la obra buena, Él mismo la lleve a término”.

A continuación se procede al canto de las letanías de los santos, escuchadas por los ordenandos postrados en tierra, tras las cuales el obispo dice: “Señor Dios, escucha nuestras súplicas y confirma con tu gracia este ministerio que realizamos: santifica con tu bendición a estos que juzgamos aptos para el servicio de los santos ministerios. Por Jesucristo nuestro Señor”. El pueblo responde: “Amén”.

El obispo impone las manos a los ordenandos. Acabada la imposición de manos, los elegidos permanecen de rodillas ante él, que dice la Plegaria de Ordenación.

El siguiente momento es la imposición de la estola y la dalmática. En el caso de Chema, dicha imposición fue efectuada por nuestro cura-párroco D. José Antonio Todolí.

Posteriormente se realiza la entrega del libro de los Evangelios.

Por último, el obispo da a los ordenados el beso de la paz. Lo mismo hacen los diáconos asistentes. En el caso presente, el beso fue sustituido por un saludo para evitar contactos.

Finalizados estos ritos propios del sacramento, prosiguió la Eucaristía. Al término de la misma se interpretó el Himne de la Coronació, para lo cual, al igual que en otros momentos de la celebración, se contó con las voces de los seminaristas presentes.

Los ordenados llegan a este momento del diaconado tras una larga preparación en el Seminario. Esperemos que a partir de ahora Chema y el resto de sus compañeros puedan desarrollar adecuadamente su vocación para gloria de Dios y bien del prójimo. Amén. Aleluya.